Otra cosa en cosa es con guitarra
“Otra cosa es con guitarra”, “en la cancha se ven los gallos”, “el que sabe sabe, y el que no, es jefe”. Existen innumerables refranes que se refieren al liderazgo y dan cuenta del desafío que implica dirigir organizaciones complejas (además de ponerle humor al cuento), pero nos permiten abordar elementos centrales de “ser jefe”.
“Otra cosa es con guitarra” es un refrán repetido últimamente, pero se refiere acertadamente a una realidad que vivimos todos los que asumimos cargos de responsabilidad en los que nos encontramos al límite de nuestras competencias: lo que creíamos que debíamos hacer, nuestras habilidades actuales y las dificultades que debemos abordar, todo supera lo que previmos. Y es que emprender, asumir un cargo más alto o ser nombrado gerente —para qué decir gerente general— tiene innumerables elementos positivos, pero también exige aceptar que, probablemente, nuestras competencias no son suficientes y que debemos formarnos para enfrentar las exigencias del nuevo rol.
En este sentido, una de las características más relevantes de un buen líder es la humildad y, como tituló su libro Marshall Goldsmith, asumir que “lo que te trajo hasta acá, no te llevará hasta allá”. Es necesario aceptar que hay cosas que no sabemos y que vamos a necesitar desarrollar nuevas habilidades y estrategias. Para eso, un buen coach puede ser un excelente apoyo para trabajar en aquellas áreas que necesitamos desarrollar. Además, es muy útil leer sobre liderazgo, analizar casos y estudiar distintas empresas, de modo de conocer cómo otros líderes han enfrentado situaciones similares.
“En la cancha se ven los gallos” implica que el liderazgo se prueba en la acción y frente a los desafíos. Los momentos de crisis, sean estas internas o externas a la empresa, pueden generar incertidumbre o ser abordados como una oportunidad. La forma en que el equipo enfrenta las dificultades depende, en gran medida, de la actitud del líder.
Ser capaz de comprender todos los elementos de la organización en su complejidad y expresarlos de forma simple, comprometer al equipo con propósitos comunes, tomar decisiones difíciles (después de haber escuchado a todos los que había que escuchar), no apurarse, pero tampoco demorarse al tomarlas, son elementos que se aprenden en el ejercicio del liderazgo.
Para ejercer el liderazgo no se puede esperar a estar completamente preparados ni aprender solo de la teoría. Se debe asumir desde ya que el liderazgo se aprende ejerciéndolo, que se manifiesta en las conversaciones y que estas suceden en las reuniones. Un líder que no hace reuniones es un líder que no quiere liderar y que, como dijo Patrick Lencioni, “líderes extraordinarios hacen reuniones extraordinarias”. En este sentido, las reuniones son la “cancha” de los líderes, donde deben aprender a ejercer su rol mediante la escucha activa, la indagación profunda, la toma de decisiones y el llamado a la acción claro y oportuno para el equipo.
“El que sabe sabe, y el que no, es jefe”, un clásico nacional. Da cuenta de una situación que suele repetirse: donde está la autoridad no está la información y donde está la información, no está la autoridad. En este sentido, los colaboradores que están en la base de la pirámide suelen estar mucho más informados de los problemas que enfrenta la organización, pero no tienen la autoridad para solucionarlos. Y los líderes, que tienen la autoridad, suelen no tener la información necesaria para su correcto ejercicio en pos de resolverlos. Entonces, está muy bien que el jefe no sepa, siempre que tenga la humildad de preguntar a quienes están en la ejecución y se preocupe de desarrollar nuevos liderazgos dentro de la institución, de modo que la autoridad esté donde realmente se necesita para resolver los problemas.
También es relevante entender que el jefe no puede saberlo todo (ni tiene tiempo para aprenderlo) y que el conocimiento ya no es una fuente única de autoridad. En los tiempos actuales, al líder se le mide por su capacidad de obtener el máximo desempeño de los recursos con que cuenta, en particular de los talentos del equipo humano que le toca liderar. Para lograrlo, debe asumir que su rol no es saberlo todo, sino, como se ha escrito en muchos artículos, “ser el más tonto de la sala” o, como señaló más elegantemente el almirante de la marina de Estados Unidos y experto en liderazgo, David Marquet, “saber mucho, pero decir poco”.
¿Qué debe hacer entonces el líder? Debe desarrollar el liderazgo y la accountability dentro de la organización, por medio de una delegación efectiva que incluya tanto autoridad como acompañamiento.
Finalmente, el estilo de liderazgo que cada uno desarrolla depende de sus características personales, intereses y, sobre todo, de su capacidad de seguir aprendiendo. Porque, al final del día, “el que busca, siempre encuentra”.
Alfonso Mujica
Founder Coach
